Es un gran tesoro el compartir con las amistades este camino que es la vida.
A mis amigos: Gracias por su apoyo, por darme su hombro cuando lo he necesitado, por las risas compartidas, por sus enseñanzas y por tanto que me han dado!.
A mis amigos: Gracias por su apoyo, por darme su hombro cuando lo he necesitado, por las risas compartidas, por sus enseñanzas y por tanto que me han dado!.
Ésta es la reproducción de una serie consecutiva llamada "Palabras a la Carta" de Jorge Bucay.
Si desean leer los capítulos previos, aquí pueden consultar las ligas, o bien, por la etiqueta "Bucay".
Palabras a la carta | |
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Día 1: Decisión. Día 2: Amor. Día 3: Amor verdadero. Día 4: Duelos. Día 5: Egoísmo. Día 6: Vivir el presente. Día 7: Disfrutar de la vida. Día 8: Mal Humor. Día 9: No Depender - parte I. Día 10: No Depender - parte II. Día 11: ¿Quién eres?. Día 12: Miedo, parte I. Día 13: Miedo, parte II. Día 14: Miedo, parte III. Día 15: Entusiasmo. | Día 16: Rebeldía. Día 17: Actitud. Día 18: Buen trato. Día 19: Libertad. Día 20: Temor a la crítica. Día 21: Culpa. Día 22: Amistad. Día 23: Día 24: Día 25: Día 26: Día 27: Día 28: Día 29: Día 31: Día 31: |
A veces a Marta le parecía que el mensaje de palabrasalacarta.com era demasiado contundente. Pensaba que también existen los martirizados por una educación culpógena, educados por padres incompetentes o gravemente enfermos. Lo que los textos decían era verdad, pero no era toda ni la única verdad, cuando mucho, era el reflejo de una pequeña porción de ella.
Ciertamente ella respetaba las ideas ajenas, pero como todos le gustaba pensar en los demás como compañeros de ruta. Hombres y mujeres a los cuales uno elige o no, para caminar hacia el futuro.
Marta recordó aquella anacrónica recomendación de su madre, de la que tanto se burlaba con sus hermanos. Todo se trataba de tener cuidado con las Malas Compañías.
En un arranque de positivismo abrió ese día el buscador y anotó
BUENAS COMPAÑÍAS…Quizás parezca demasiado infantil pensar que siempre existirán aquellos con quienes acompañarse. Tal vez suene ridículamente optimista. Pero en fin, cada uno es lo que es y debe convivir con ello.
Es cierto que queda mucho por hacer, pero el mundo está muy lejos del irremediable punto caótico de no retorno. Y para probarlo bastará esta pequeña historia real que sucedió hace pocos años.
En una escuela de niños especiales, que tenían en común padecer de síndrome de Down se organizó en primavera una jornada Olímpica. Todos los alumnos participaban en alguna competencia y muchos de ellos, en varias.
El fin de la fiesta era en la pista central de la escuela, donde se correría, delante de padres e invitados, la competencia de los cien metros llanos.
El profesor de educación física había reunido unos minutos antes a los diez corredores, que tenían entre 8 y 12 años de edad, y con buen criterio educativo les había dicho:
- Jóvenes a pesar de ser una carrera, lo importante es que cada uno de ustedes dé lo mejor de sí. No es importante quien gane finalmente, lo que verdaderamente importa es que todos lleguen a la meta. ¿Comprendieron?
- Si señor - contestaron los niños y las niñas a coro.
Con gran entusiasmo y ante el griterío de familiares, compañeros y maestros, los corredores se alinearon en la partida. Y tras el clásico ¿preparados?... ¿listos?, el profesor de gimnasia disparó una bala de fogueo al cielo.
Los diez empezaron a correr y desde los primeros metros dos de ellos se separaron del resto liderando la búsqueda de la meta.
De repente la niña que corría en penúltimo lugar tropezó y cayó. El raspón en las rodillas fue menor que el susto, pero la niña lloraba por ambas cosas.
El muchachito que venía detrás se detuvo a auxiliarla. Se arrodilló a su lado y le besó las rodillas lastimadas.
El publico se fue tranquilizando al ver que nada grave había pasado. Sin embargo algo fantástico sucedió. Los otros niños, todos ellos, giraron sus cabezas y al ver a sus compañeros detenidos en el suelo volvieron sus pasos atrás. Al juntarse consolaron a la jovencita que cambio su llanto en una risa cuando entre todos tomaron la decisión:
Recordaron que el maestro les habia dicho que lo importante no era quien llegara primero, sino que todos terminaran la carrera, así que entre los 9 alzaron en el aire a la niña y la cargaron en andas rompiendo la cinta de llegada todos a la vez.
Puede que sea intimidatorio darse cuenta de todo lo que tenemos que aprender; pero hay también algunas noticias alentadoras, por suerte tenemos de quien aprender.
(Tomado de: http://www.palabrasalacarta.com/)
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