martes, 14 de octubre de 2008

Ten cuidado

El sábado fuimos mi sobrina y yo al centro y sus alrededores, primero a comprar varias cosas para las bicicletas [mi bici ya tiene cubreasiento de gel y las dos bicis ya tienen luces traseras con direccionales!] . Después nos pusimos a la maratónica tarea de visitar todas las zapaterías que hay en la calle 20 de Noviembre, tras la pista de un modelo específico que andaba buscando mi sobrina... y después de 4 horas finalmente compramos UN par que -creo- le dejará satisfecha [por aquello de combinar colores de ropa y zapatos...].

Al terminar el agotador día bicizapatónico, nos fuimos a comer al Potzolcalli que está en 5 de Mayo, Centro. Muy rico fue descansar y comernos un delicioso plato de pozole rojo acompañado de una cerveza ámbar, y al final un pastel de chocolate con cereza para las dos. Abundante, satisfactorio y divertido por las pláticas que tuvimos.

Saliendo de ahí, optamos por ir caminando hasta Bellas Artes para hacer un poco la digestion y seguir viendo los aparadores y zapaterías que había a nuestro paso [of course!]. Nos detuvimos en la calle de Gante para mirar a un par de "estatuas vivientes" y yo aproveché para tomarles un par de fotos; era interesante ver sus vestimentas de concheros, pintados sus cuerpos de bronce y plata, con adornos en la cabeza muy elaborados [el de bronce con una mini cabeza de venado, y el de plata, su tocado tenía una calavera y además una careta de Mitlantecuhtli, o dios de la muerte que cubría media faz del hombre].

Una cosa que nos llamó la atención, pero sobre todo a mi sobrina, era que un individuo de extraño comportamiento se acercó a saludar al que vestía de bronce y sostuvieron una breve conversación [yo no presté mucha atención porque estaba fotografiando al de plata]. Cuando nos acercamos nuevamente al de color bronce, ya no estaba el tipo aquél.

Más adelante, mi sobrina me detuvo para que cruzáramos la calle, pues había una chica que estaba tocando un violonchello en la calle y ese instrumento es la fascinación de ella. Pero su mirada se puso osca al ver que junto a la cellista estaba el cuate aquél de extraño proceder, y los gestos de la chica eran de molestia, aunque no dejaba de tocar. Mi sobrina se molestó y me decía "¿nos acercamos? Vamos a decirle que deje en paz a la chava". Sugerí que primero observáramos, pues no sabía si eran conocidos o cuales eran las intenciones.

Ahí estuvimos las dos a unos 3 metros de ellos, mirándoles y viendo el comportamiento para ver qué ocurría. En la esquina contraria, un par de mujeres policía dirigían el tráfico...

Después de 5 minutos que parecieron eternos, y tras la insistencia de mi sobrina, nos acercamos dispuestas a alejar al tipo de una u otra forma [primero por las buenas, después.. quién sabe! yo estaba dispuesta a practicar Tai Chi fuera de clases...]. Nos acercamos al tipo que ya de cerca se notaba borracho, y trataba de convencer a la chica en algo. Me acerqué al lado del individuo y mientras yo le daba palmadas firmes en el hombro, le dijimos mi sobrina y yo con gran decisión y mirada fiera: "Por favor, deja de molestarla y retírate". Realmente parecíamos guaruras... en pigmeo.

La chica estaba asombrada y a la vez agradecida. El cuate estaba tranquilo, pero seguía sin irse e insistiéndole. Yo ya más seria, y con mi carita de amenaza que bien me funcionaba con mis sobrinos cuando pequeños, le dije con voz cada vez más gruesa y profunda (casi como gruñido): "Te dije que la dejes en paz y que te retires. Ya déjala de molestar y vete". El cuate estaba sorprendido y a la vez un poco avergonzado. Con paso vacilante comenzó a caminar y ahí nos quedamos hasta que le vimos retirarse.

La chica nos agradeció la ayuda. Al parecer el cuate la estaba invitando para ir a una cantina a tomar (quizás eso hizo con el que vestía como conchero), pero la chica se apanicó y no supo qué hacer. Mi sobrina, casi la regañó por no pedirle ayuda a las policías que estaban a unos metros de nosotras, y la cellista nos comentó que en otra ocasión una policía le fué a ayudar porque se le estaba acercando un borrachín que tenía una botella en la mano (quién sabe si le habría agredido).

Nos quedamos escuchándola tocar, mi sobrina preguntando por sus maestros, sus estudios, etc. Y tras un rato más nos despedimos para ir a casa.

Mi sobrina me comentó que en alguna ocasión platicaba con amigas suyas, y decían que, pese a estar muy preparadas académicamente, a veces las mujeres olvidamos pedir ayuda cuando algún peligro o situación nos amenaza, y no sabemos cómo reaccionar o cómo enfrentar a los agresores... Y eso es triste.

La Cellista
Mirandole


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~ Non sum qualis eram - No soy la que fui ~

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cierto es muy triste que pasen las cosas asi pero tambien da gusto que existan personas dispuestas a ayudar como lo hicieronustedes. (y es que tu y tu sobrina son hermosas personas)

Li.niña.mala

La Blu dijo...

...es triste y es verdad :(

Pero que bien que haya gente como ustedes que no huyen cuando hay peligro a la redonda.

:) practicar tai chi fuera de clase, habría sido maravilloso, pero triste.

Te quiero :)

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