lunes, 1 de septiembre de 2008

Anecdótico domingo

"Todo queda en la anécdota".

Esa fué la frase del domingo, cuando un compañero de Tai Chi olvidó que estaba prohibido estacionarse en Av. Universidad, frente al lugar donde tomamos clases, y una grúa se llevó su coche.

Él y la esposa de nuestro profesor fueron a tratar de averiguar con otras grúas o patrullas a qué corralón se llevaron el coche, mientras los demás seguíamos en clase. Por esa inquietud la clase fué breve, y a las 12:30 terminamos, pues mi maestro y su esposa llevarían al compañero a buscar el posible corralón donde llevaron su coche (había duda de que fuera el suyo porque había un cocho similar al suyo, pero la placa no correspondía por un número).

Como vivimos cerca mis profesores y yo, suelen darme un aventón a mi casa; en esta ocasión me dieron a elegir si quería acompañarlos a buscar el corralón y después me llevaban a casa, o si prefería irme por mi lado a casita. Opté por acompañarlos.

El primer problema era encontrar el corralón, que era por Las Águilas, pero no tenímos claro el lugar, pues estaba junto a al Párque Ecológico Japón. Preguntamos, buscamos y no lo encontrábamos. Dimos la vuelta completa al Parque que es enooorme y ya para inciar la segunda, nos indicaron dónde encontraríamos el Corralón: Junto a la primer entrada del Parque.

Nos acercamos despacio al lugar para encontrar alguna indicación o algo que distinguiera al lugar donde llevan los coches, pero no vimos nada, hasta que comenzamos a entrar al parque cuando notamos que en una barda gris cemento había un portón azul eléctrico con las puertas abiertas de par en par, y dentro muchos coches: Por fín dimos con el lugar!. Pero hasta que nos estacionamos, encontramos la "señal" de que era el corralón, pintado en la barda oculta por una de las puertas, y que sólo decía: No 21.

De ahí a continuar con el tormento: fotocopia de la identificación, del permiso, del tarjetón, de la factura.... cosas que se pudieron conseguir en el puestecito de dulces que hay enfrente (y que tienen una fotocopiadora). Lo siguiente ya no resultó tan sencillo: presentar el pago de tenencia del auto. Y para eso había que conseguir un local con internet para que lo pudiese bajar e imprimir.

Así que nos dirigimos hacia rumbo desconocido, buscando un café internet, y entre vuelta y vuelta, encontramos a unos niños en bicicleta a los que les preguntamos:

- Disculpen, ¿hay algún café internet por aquí cerca?
- No... ah! si, ya me acordé que sí
- Qué bien! ¿dónde, disculpa?
- ¿Sáben dónde está Don Chente?
- .... no
- Este... ¿saben dónde venden los tlacoyos?
- O_o
- Ah!, bueno... Siguen derecho hasta donde venden tlacoyos, adelante está Don Chente... y él también arregla las bicicletas muy bien!

Después de saber que Don Chente arregla muy bien las bicicletas y que venden ricos tlacoyos, encontramos un mercado y frente a él había un café internet. 15 minutos más tarde estábamos de regreso -nuevamente- al corralón para entregar todos los papeles, se pagara la multa y después.... ¡esperar otra grúa para que quitaran el auto que pusieron frente al de nuestro compañero!

40 minutos de espera después, llegaron otras personas y por suerte uno de ellos era el dueño del carro que impedía sacar el de nuestro colega. Eso permitió que todos pudiesemos irnos a casita a siendo casi las 4 de la tarde.

Así terminó el anecdótico viaje al corralón, y con la advertencia de no dejar los coches en vías principales o viene el coco y se los comerá... digo!, viene la grúa y los arrastrará.

1 comentario:

Skene dijo...

Tía, le quedo tarea en mi bló.

http://escenaskene.blogspot.com/2008/09/memeflickero.html

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