jueves, 19 de junio de 2008

El demonio de la impaciencia

Parece fórmula matemática. Entre más años tengo, menos paciencia tengo.

Cada vez soy más intolerante a esperar la llegada de alguna persona, a los retrasos y también a las cancelaciones (sorry Rocío, también te ha tocado). Es que en esta ciudad donde inviertes tanto tiempo en el transporte, me desespera también invertir otro tanto esperando a las personas.

Mi tolerancia es de 30 minutos. Esperar y que me esperen. Digo, no nada más soy exigente a los demás, también me exijo a mi misma puntualidad dispensada hacia los compromisos adquiridos.

Pero si además de mi poca paciencia tengo que lidiar con la impaciencia de "otros", mi cuadro neurótico crece exponencialmente... Y este fin de semana pasado lo viví así, en forma exponencial.

La situación: Tengo gatitos, muchos gatitos pequeños, como de 3 meses de edad. Mi sobrina insistió en poner anuncios para regalarlos, y si hubo personas interesadas en adoptarlos. PERO, el día de la "entrega", mi sobrina estaba en Puebla y yo tenía que lidiar con 3 gatitos para entregarlos a 2 personas.

Eso me exigió mucha energía, porque no podía llevarlos en cajas como pensé en primera instancia (los pobres estaban desesperados); así que decidí llevar a dos en una maletota de lona que tengo y otro en una caja que terminó en la basura y el gatito en mis manos.

Quedé con las personas en entregarlos a mediodía en la Central de Autobuses del Sur (por su ubicación céntrica) y una de ellas me llamó para decirme que llegaría media hora tarde. "Bueno -pensé-, entrego un gatito y me será más fácil calmar a los otros dos y esperar 30 minutos más".

Y esperé UNA hora a que llegaran por los gatos que estaban desesperados tanto por el estar encerrados como por el ruido que había alrededor de nosotros (voces, maletas, personas caminando).

Enojadísima regresé a casa por el plantón y mortificada con los gatos por haberlos expuesto a un estrés innecesario. Total, que al llegar a mi casa y sacar los gatitos, estaban ellos tan asustados que no se dejaban tocar por mi y yo me solté llorando por toda la tensión que me guardé entre la espera y el intento de calmar a los gatos.

Me llamaron después de las 2 de la tarde, pero no les contesté... Estaba yo dentro del cine viendo una película para olvidarme del enojo.


Se perdieron de tener unos gatitos hermosos como este.
Hum?

1 comentario:

Li.niña.mala dijo...

ouch me choca la gente asi, aunque todos hemos sido impuntuales en algun momento pues es mejor avisar si de plano no llegaremos, tan bien los gatitos?

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