martes, 5 de julio de 2005

Gracias.

Muchas gracias a todos por sus palabras de aliento y sus muestras de inquietud por mi ánimo que ha estado algo bajón.

Esto que estoy viviendo en este momento es parte de mis propias decisiones que he tomado conciente de lo que pudiese ocurrir; es parte del camino que he decidido recorrer, y aunque pudiera parecer el paisaje algo desolado o agreste, lo camino con gusto porque es mi camino elegido. Y algo que lo hace más sencillo de transitar, es el afecto que me han dado en sus palabras me anima a seguir siempre adelante. Aunque el día esté nublado, tengan la seguridad de que el cielo se despejará.

Para que haya una cosa es necesario que exista también su contrario: para que haya luz es necesario la obscuridad; sabemos lo que es la alegría porque tenemos también la tristeza que hace patente su presencia. Y donde hay amor, también se llega a sentir dolor... uno llora a aquellos que nos han hecho cambiar (ya sea grande o pequeño el cambio): somos lo que somos gracias a su paso por nuestra vida.

La introducción era para decirles a todos GRACIAS. Y también para que sepan que solo se ve un poco más obscuro antes del amanecer.

(A ti corazón, gracias por ayudarme a ser quien soy ahora. Ya puedo soltarte, dejarte ir y no aferrarme. No pudimos coincidir y saberlo era lo que me tenía en este ánimo. En mi afecto siempre estarás).

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Bueno... yo estaba buscando un cuento de los que relata Jorge Bucay para dedicárselo a mi tocaya Claudia que en la tiendita "El cambalache" pedía un corazón que no estuviera lastimado, pero en lo que encuentro el cuento, les dejo este otro escrito de Jorgito, de su hoja de rutas de La felicidad.

Cuarta gran confusión:
escapar del dolor


Posiblemente como resultado de la suma de estas tres confusiones, se produzca esta identificación hedonista:


Éxito + Placer + Amor = Felicidad


Aterrizamos en una de las creencias de las que ya hablé en una hoja de ruta anterior (*), la idea de que "debemos evitar el dolor".

Esta premisa es la consecuencia lógica del siguiente razonamiento: si lo gozoso y disfrutable nos lleva a la felicidad, el dolor nos conduce a la desdicha.

No es así.

* Muchos evitamos situaciones importantes, intensas y trascendentes que quizá formen parte indisoluble de nuestro camino a la felicidad, creyendo que estamos luchando por ser más felices.

* Muchos fuimos educados por nuestros padres para tratar de construir una vida libre de dolor.

* Muchos hemos trabajado arduamente para alejar a nuestros hijos de cualquier herida, sin darnos cuenta de que así impediríamos que aprendieran a manejar su frustración.

* Muchos deberíamos tener la madurez de enseñar y el valor de aprender que parte del camino que lleva a la felicidad implica necesariamente algún dolor.


No intentes escapar de la pena.

El dolor es una manera de enseñarte dónde está el amor. El dolor de afuera y el dolor de adentro: el dolor de tu cuerpo, que te avisa que algo está funcionando mal, y el dolor que te avisa que estás yendo por un camino equivocado.

No somos tan frágiles como para no soportar los dolores. Somos vulnerables, pero no frágiles.

El dolor es un maestro, está allí para enseñarnos un camino.

Cuidado con temer al dolor.

Si en un momento te toca sufrir, no te asustes no te escapes, no te rindas. Puede ser que la realidad te haga retroceder, pero de todas maneras lo importante, acuérdate, es estar en el camino, no llegar a algún lugar.



(*) El camino de las lágrimas.



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