lunes, 11 de septiembre de 2006

Coyolxauhqui - Museo del Templo Mayor

Este sábado fuí al centro de compras (adquirí una lindísima vajilla con mariposas que me había recomendado un compañero de oficina) y antes de gastar el dinero, decidí disfrutar el Centro de la ciudad, pasear por sus calles y entrar al Museo del Templo Mayor que es un imán especial para mi.

He recorrido muchas veces ese museo; en medio de las ruinas he tomado importantes decisiones en mi vida, he consultado a sus piedras su sabiduría y orientación, he mirado las salas de los caballeros águilas y les pregunto sobre vuelos remontados...

Pero es la Diosa Lunar, la Coyolxauhqui, la que me embelesa con su misteriosa belleza y su impactante historia.

Coyolxauhqui


Coyolxauhqui

Coatlicue era la Tierra, madre de Coyolxauhqui, la Luna y de los "Cuatrocientos del sur" Centzon Huiznahua, las Estrellas. Un día, cuando barría su templo en lo alto del cerro de Coatepec, la Tierra quedó embarazada milagrosamente gracias a una bolita de plumas que provenía del cielo y que ella guardó en su pecho. La Luna consideró el embarazo de su madre como una afrenta e instigó a sus hermanos las Estrellas a matarla. Huitzilopochtli, el Sol, desde el vientre de la Tierra, advirtió el peligro y decidió defender su vida y la de su madre. Cuando la Luna y las Estrellas estaban a punto de asesinarla, nació el Sol Huitzilopochtli, ataviado para la guerra y armado con una serpiente de fuego, llamada Xiuhcóatl, con la que la decapitó para, después, arrojarla desde lo alto del cerro Coatepec. En su caída, la diosa se fue desmembrando en cada giro.

Así muere la Luna cada mes derrotada por el Sol, a pedazos. Coyolxauhqui y su desmembramiento son la explicación a un fenómeno celeste, en cual la luna muere y nace por fases, y así fue encontrada al pie de la escalinata de Huitzilopochtli en el Templo Mayor.

El relieve muestra a la diosa decapitada y mutilada de brazos y piernas, con gotas de sangre que manan de las extremidades y que dejan expuestas las coyunturas óseas. Está adornada con un cinturón de serpiente bicéfala rematado con un cráneo en su espalda. La serpiente de dos cabezas se repite en los atados de muslos y brazos. Las articulaciones y los talones de sus pies están adornados con mascarones compuestos por un rostro de perfil provisto de colmillos, cuyo significado todavía se presta a las más variadas conjeturas. Lleva sus sandalias, sus muñequeras y tobilleras. Su tronco, con los pechos flácidos, está de frente, mientras que sus caderas dan un inusitado giro mostrándose de perfil y obligando a las extremidades a colocarse de igual forma. Su cabeza porta un gran penacho de plumas y su pelo está adornado con círculos. Sus orejeras, compuestas por tres figuras geométricas, enmarcan su rostro, cuyo ornamento principal, los cascabeles en la mejilla, da nombre a la diosa Luna, de la que parece salir el último aliento de vida a través de su boca entreabierta.

La escultura tiene 3.25 metros de diámetro en promedio, 8 toneladas de peso y está hecha en piedra volcánica. Fue encontrada fortuitamente por unos trabajadores de la Compañia de Luz y Fuerza del Centro, que instalaban cables subterráneos en la esquina de las calles de Guatemala y Argentina, el 21 de febrero de 1978. Este importante hallazgo dio por resultado las excavaciones arqueológicas del Proyecto Templo Mayor, hasta la fecha bajo la dirección del Arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

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