Recuerdo el viernes, el concierto de Madredeus...
En breve ¿qué decir?... Excepcional el concierto de Madredeus que me arrancó más de una lágrima, un suspiro y un pensamiento volando hasta [él], deseando estar en su abrazo... El sonido de las guitarras clásicas, el grave tono del bajo y la sonoridad del teclado, todo ello conjuntado con la privilegiada voz de sirena de Teresa Salgueiro.
¿Y qué decir del Palacio de Bellas Artes?. El marco perfecto para tan hermosa sensación auditiva...
Saliendo del ensueño musical, nos esperaba más música en la figura de un organillero...
En otro concierto, el domingo 30, fué festejar a la niña que hay en mi en el concierto de Luis Pescetti. Maravilloso escuchar a todos esos niños cantando y coreando las canciones... Desde mi asiento me dediqué a aplaudir y cantar las canciones, a bailarlas, a participar en los juegos jugar con una niña que había a mi lado (con el permiso de su mamá, al verme solita sin nadie con quien brincar). ¡Qué divertido!.
Entre toda esta delicia musical, también disfruté la visita de mi hermana y mi sobrina; paseamos, bromeamos, platicamos...
El domingo nos fuimos a comer a Fuentes Brotantes (Tlalpan) un pozole que estaba delicioso y nos para hacer un poco la digestión nos fuimos a ver los patos que tienen ahí.
Cada que las veo, siempre nos vamos a los antojitos... después de tan pesadito pozole rojo, en la noche nos cenamos un hot-dog (ellas una hamburguesa) al carbón y de "postrecito" un rico pan con nata.... Ah! pero dicen que en el pecado se lleva la penitencia. Y por la gula tuve un "empacho" marca «¡no lo vuelvo a hacer!», y toda la madrugada del lunes estuve espantando al monstruo del lavabo... Y ahora traigo un derrame en el ojo, consecuencia de esa mala noche.
Además que ya no fumo ni tomo, ahora resulta que ya ni comer grasa puedo porque me hace daño!... Ts, ts, ts... Ni modo, así es esto de las gelatinas: a veces cuajan y a veces no.
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