martes, 4 de abril de 2006

Desmañanada

Ya lo escribí el año pasado y lo repito nuevamente: no me gusta el horario de verano. Y peor tantito si ando toda cansada y adolorida...

¡Claro! Si domingo tras domingo Erik nos pone a hacer fuertes ejercicio en Tai chi, ya debería de estar acostumbrada, pero no... Pensé que los ejercicios con sable habían sido tan duros que terminé con una ampollita en mi dedo pulgar, pero el reclamo de mi cuerpo que me duele cuando río o toso me recuerda que ejercitamos también con pelotas medicinales de 6 kilos...

Si, Erik nos advirtió: "Mañana lunes se van a acordar de mi", y ¡vaya que lo estoy haciendo!... Mihermana que me había acompañado y a quien convencí de hacer un ejercicio entre dos, ella que solo había hecho 10 minutos, se acordó todo el día de ayer del 20% que me corresponde (jejeje).

Así que además de cansada, robarle una hora a mi sueño no me hace mucha gracia... Trato de verle el lado amable, pero mis bostezos me interrumpían a cada momento.

Fué hasta la noche, cuando salí de la oficina, que encontré una hermosa razón para no quejarme tanto del cambio de horario: Este bello cielo que pude disfrutar al atardecer (así de azul se veía el cielo).


No se necesita mucho para sentirse tan bien... No hacen falta alas para alzar el vuelo.

No hacen falta alas
para hacer un sueño
basta con las manos
basta con el pecho
basta con las piernas
y con el empeño.

No hacen falta alas
para ser más bellos
basta el buen sentido
del amor inmenso
no hacen falta alas
para alzar el vuelo.

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