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Hay una abeja amiga, muy trabajadora y laboriosa, que suele visitar mi jardín. Hoy que la ví, la noté diferente a como suele ser. Nos pusimos a conversar y me contó un poco de su problema.
Está decidiendo las opciones para ese problema, pero una de estas opciones le provoca dolor de cabeza con solo pensar en ella. Lo triste es que sería la opción idónea que le daría muchas satisfacciones pero se encontraría en una situación de tensión constante. La otra opción no tendría esos satisfactores importantes pero tendría tranquilidad.
Tras conversar largamente, le aconsejé que esperara un poco más antes de tomar una decisión; era mejor que estuviera bien segura de la opción que elegiría para no arrepentirse después.
Al final llegamos a una conclusión. Hay que hacerle caso a los avisos del cuerpo, pueden ser grandes indicios de lo que nos pasa en forma inconciente.
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- Hoy no me pasaste a saludar.
¿Hay reclamo en tu voz? No lo sé. Pero es cierto, hoy no te fuí a saludar. Hay días en que yo también necesito que tu me vengas saludar.
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¡Diablos! Hoy mi ánimo está más sensible de lo que pensé.
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Está decidiendo las opciones para ese problema, pero una de estas opciones le provoca dolor de cabeza con solo pensar en ella. Lo triste es que sería la opción idónea que le daría muchas satisfacciones pero se encontraría en una situación de tensión constante. La otra opción no tendría esos satisfactores importantes pero tendría tranquilidad.
Tras conversar largamente, le aconsejé que esperara un poco más antes de tomar una decisión; era mejor que estuviera bien segura de la opción que elegiría para no arrepentirse después.
Al final llegamos a una conclusión. Hay que hacerle caso a los avisos del cuerpo, pueden ser grandes indicios de lo que nos pasa en forma inconciente.
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- Hoy no me pasaste a saludar.
¿Hay reclamo en tu voz? No lo sé. Pero es cierto, hoy no te fuí a saludar. Hay días en que yo también necesito que tu me vengas saludar.
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¡Diablos! Hoy mi ánimo está más sensible de lo que pensé.
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Hoy nos saludamos mi delfín y yo. Todo fue social y políticamente correcto en el encuentro: distancia de por medio, no hubo beso en la mejilla ni apretón de manos, algunos comentarios generales y bromas comunes. Ese convencionalismo me hizo sentí ausente y lejana. No supe de qué más hablar; un pensamiento fugaz cruzó por mi mente y consideré comentarle de mi tío, pero me detuve porque no me sentí con la suficiente confianza para platicárselo. Fueron 5 minutos de conversación en que -en mi impresión- no pudimos interactuar con libertad.
Al despedirnos, coincidió con la llegada y el saludo de mi amigo "Gonzo", y mi actitud fue contrastante. En una reacción espontánea le dí un enorme abrazo y le saludé con besos en la mejilla. con una manifestación patente de mi alegría por verle... Esa era yo, la de siempre, abierta y sin restricciones. Gonzo y yo platicamos de todo, le pregunté por su trabajo, la maestría, su esposa, la familia y él también me preguntó por mi, cómo me había ido y cómo me encontraba.
Ésta soy yo: "de escudo quiero el corazón desnudo". He hice honor a esa frase. Lo primero que le comenté fué que el día anterior había muerto mi tío, hermano de mi mamá, de cómo me sentía, lo que me preocupaba... Ahora que lo recuerdo, sin contar que solo en este jardín hablé sobre la muerte de mi tío, él es el único a quien le he comentado directamente de ésta pérdida. A nadie más...
Nos despedimos y el resto de la tarde transcurrió normal. Ya en la noche, de regreso a casa, sentí una tristeza que no lograba identificar su razón de ser. Medité lo ocurrido en el día, mientras recordaba estos encuentros, comprendí que de aquí provenía este sentimiento.
Aunque la relación no continuó entre mi delfín y yo, deseaba mantener una relación de amistad y confianza con él, pero hoy, después de estos saludos, me pregunto si eso será posible. Pocos eran nuestros espacios donde podíamos dejar por un momento el comportamiento correcto y discreto y podíamos establecer nuestros propios vínculos sin recelos: compartir alguna comida, una caminata, un breve momento en cualquier calle de la ciudad. Ya no los tenemos, los hemos perdido. Ya no hemos compartido al menos un pequeño momento para reconocernos diferentes y platicar sin prisas.
Hoy lo he descubierto: hay amistades que pueden morir de inanición. Por eso me siento triste hoy. Temo que nuestra pequeña amistad esté sucumbiendo. ¿O acaso mi ánimo de hoy me da esta impresión?.
Y como nota mental agregada: Aunque hace tiempo ya que cada uno sigue su camino, sigo llamándolo en mi interior "mi delfín". Debo dejar de llamarle "mi".
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Cuando era adolescente y la impotencia o los sentimientos me abrumaban, me paraba a mitad de la calle y gritaba a todo pulmón sin importarme que volteasen a verme.
Hoy he cambiado de escenario. Ahora grito enmedio de mi jardín virtual. Sin embargo, hay noches que me gustaría volver a pararme en alguna calle o en un patio y gritar desde lo profundo de mis entrañas, con una voz que atravesase mi garganta, que llegue hasta la luna y estremeciera a las estrellas.
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3 comentarios:
Claudia, primero que nada te envío un enorme abrazo por la muerte de tu tío. Lo lamento mucho porque sentí tu tristeza, la sentí desde la carta a tu papá, como si fuera una premonición.
Te pido una disculpa porque por andar en la loca con el trabajo y luego como que se me olvida que hay compu (César la acapara y luego ni con espátula lo despego) y no estar aquí, en esos días.
Recibe de cualquier manera muchos abrazos ahora que has tenido tiempo de sentir y calibrarlo todo.
Ahora, con respecto al delfín y tus reflexiones tal vez tengas razón, es hora de que dejes de sentirlo como tuyo, me da la impresión de que no supo valorar todo lo mujer que eres y lo que vale tu alma y toda tú.
Con mucho cariño,
Ileana
Ileana, te agradezco infinitamente tus palabras por la muerte de mi tío. En general me siento tranquila pero me movió pensar la afectación a mi tía y mis primos, pero más a mi tía-madrina porque quedó huérfana de hermanos.
Sobre la relación con el delfín, no hay problema. Me siento tranquila y ha pasado ya tiempo del adiós (no hay nada que el tiempo no pueda arreglar). No coincidimos y la vida continúa. Le tengo cariño transformado en amistad. Solo que al escribir este post, me dí cuenta que tengo costumbres aún inconcientes, como utilizar el "mi". :P
Ah! y si tratas de separar a Cesar de la computadora con una espátula creo que si te costará trabajo. ¿has intentado utilizar un poco de removedor antes? ;) jejejejeje
Un enorme abrazo para todos ustedes, con mucho cariño.
Muchas gracias por el abrazo y por el consejo del removedor, ahorita corro a comprar algunos, aunque creo que empezaré por acetona :-).
Y si, cómo se quedan esos hábitos de llamar tuyo (o mío) a lo que ya no es...
Un abrazo gigaaaante (así como el helado al que le faltaban alas.
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