jueves, 16 de junio de 2005

Crucifijo

No soy religiosa. Lo que sé sobre la religión católica lo aprendí de niña, que fué de las enseñanzas de mi mamá o cuando cuando la acompañaba a alguna misa, algunos recurdos de las posadas... Recuerdo que a mi mamá no le gustaba mucho hacer oraciones porque le recordaban su juventud, en la que la educaron con una religión castrante y ella era muy rebelde, lo que le ganó muchos regaños en esa época; después, su creencia le ayudó en momentos muy difíciles de su vida.

Nos enseñó las bases y lo escencial de la religión católica. A los dos hijos mayores los educó hasta hacer la primera comunión, pero a los hijos menores nos permitió elegir si deseábamos hacer ese ritual y adentrarnos en la religión o no. Yo no lo hice.

En casa tengo varios crucifijos porque eran regalos que le hacíamos a mi madre y porque me recuerdan a ella.

Algo que recuerdo de mi niñez cuando acompañaba a mi mamá y a mi abuela a misa (tendría yo unos 3 o 4 años), es que yo no entendía mucho lo que rezaban y de qué se trataba todo lo que hacían pero tenía que estar callada y quieta en esos momentos. Eso era muy aburrido para mi, así que me ponía a ver todas las imágenes y retablos que había en la iglesia a la que íbamos (semi obscura, fría, húmeda y vieja iglesia).

Me preguntaba por qué las pinturas tenían que estar tan obscuras, las caras de las personas eran muy serias o con cara de sufrimiento-dolor y en actitudes suplicantes. Había algo atemorizante en todo ello: las imágenes, el hambiente frío y húmedo de la vieja iglesia, los murmullos monótonos que respondían las personas entre dientes... todo ello me hacía estar más quieta durante la misa que parecía eterna.

Ah! Y además de todo ello, al frente y en el centro de todo, una cruz enorme con un Jesús de cara agonizante y llena de dolor. ¡Que horror!. Todo un contraste en comparación a las posadas que hacía en diciembre mi mamá, donde todo era risa y festejo, en la que nos contaba como si fuera un cuento el novenario del nacimiento del pobre hombre que ahora veía en esa cruz.

Y lo más impactante, es que aún a esa edad de 4 años, con todo lo lóbrego que era el ambiente, no podía dejar de mirar esa cruz y ese hombre. Una mezcla de tristeza, temor, dolor por otra persona, curiosidad...

.....

Cuando fuí a ver la exposición de Gaudí, había a la mitad de ésta una muestra de una casa que no recuerdo el nombre; los muebles de la casa y la decoración era principalmente de madera tallada que además de estar exquisitamente pulida, las formas eran de una suavidad maravillosa, como ondas de mar. Y de pronto, al dar vuelta a una puerta magníficamente tallada, el visitante se topaba con este enorme crucifijo que tenía una iluminación que lo hacía más impactante.

Y volví a recordar mi niñez y todas estas sensaciones de cuando íbamos a esa iglesia vieja.

Y desde hace un par de semanas en que he vuelto a mirar la foto del crucifijo de madera, en mi pecho hay sentimientos que quieren volverse palabras... palabras que quieren salir y volverse poema... pero no han podido nacerles alas... no he podido escribir nada...

Queda pendiente, pues, un poema que nacerá del sentimiento por este crucifijo.



Crucifijo

Crucifijo,
originally uploaded by
Mariposa de humo.
De la exposición de Gaudí
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente...todo el ambiente dentro de una iglesia hace que te portes bien, parece como magia.
Y que decir de las imágenes. Gracias, me hicistes recordar unos momentos extraños.

César dijo...

De verdad es impactante esta imagen, quisiera verla mas grande. Me gusto mucho tambien lo que comentaste de tu niñez y de tu reflexion, muchas gracias por compartirlas. Voy a buscar en tu blog a ver si encuentro el poema que prometiste, o si aun no lo has escrito avisame por favor si lo publicas. Que tengas un buen dia. César

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