viernes, 8 de abril de 2005

Hubo una vez un amor

sin tanto miedo (Santiago Feliú)

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I.
No sé por qué, si es algo aprendido o si es por miedo, pero cuando tengo un mal presentimiento mi reacción casi siempre es de rechazo a ese presentimiento, minimizar su importancia, hacer oídos sordos a las sensaciones que tengo. Posiblemente sea una medida de autodefensa porque no es fácil afrontar los temores en un principio.

Mal hecho de mi parte, porque estoy negando una parte muy importante de mi.

En días pasados tuve sensaciones, presentimientos que no lograba definir. Los enfrenté después como fantasmas o temores y así fué que les pude nombrar. Cuando un temor tiene nombre, es más fácil de enfrentar.

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II.
Hoy finalmente hablé con mi delfín. Nombré mis demonios y sus dragones obscuros, necesitaba saber si los sentimientos que yo tenía eran solo signo de inseguridades mías o si acaso debo darle más reconocimiento a mis presentimientos.

No saber, causa inquietud. Por otra parte, saber -por difícil que éste sea- te da certeza.

Ahora sé. Y aunque me produce mucha tristeza este conocimiento, también me da calma porque sé que camino seguir... Lo sé... Se acabó.

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III.
Mi delfin se retira: va a su mar. ¿Y yo? Yo también me retiro: voy a mi cielo.

Duele la separación, pero el dolor pasará. Así será. Lo sé bien...

Buena suerte para ti, sabes que te quiero.
Buena suerte para mi, queriéndome yo también.

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IV.
«Siempre hay dolor en una pérdida.
Perder es "dejar algo que era", para entrar en otro lugar donde hay otra cosa "que es". Y eso "que es" no es lo mismo "que era".
Y este cambio, sea interno o externo, conlleva un proceso de elaboración de lo diferente, una adaptación a lo nuevo...»
(Jorge Bukay. El camino de las lágrimas.)


El final llegó.
En cierta forma
ya le esperaba.

Le esperaba desde el inicio,
desde el comienzo,
porque todo nacimiento
lleva consigo
la muerte.

Todo comienzo
lleva per se
su propio final.

Pero así
como todo inicio
lleva en sí
el final,
Todo final
también es
un nuevo
inicio

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Epílogo (o frases en final):

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio (Joan Manuel Serrat)

De escudo quiero el corazón desnudo (Santiago Feliú)


Amarte con los ojos cerrados
es amarte ciegamente
amarte mirándote de frente
sería una locura...
yo quisiera que me amen con locura.
(Margueritte Yourcenar)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

"y al final de la tristeza, nos encontramos más fuertes, más nosotras" (Mariposa de Humo) palabras dichas cuando regrese a casa después de haber vivido la locura de amor más hermosa de mi vida. Te quiero. Tania

Mariposa de humo dijo...

Y lo mejor, es compartir el camino del encuentro con nosotras mismas con amigas tan queridas como tu lo eres para mi.

Gracias Tania bella por estar conmigo, por tus palabras y por recordarme que lo que a veces olvido.

Un abrazo con todo mi cariño.

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