domingo, 27 de febrero de 2005

Carpe Diem

Hoy en clase de Tai chi, aún convaleciente de su operación, estuvo con nosotros Yanira. Se le notaba baja de peso, ojerosa, su cuerpo mostraba el cansancio que venía arrastrando, pero sus ojos brillaban vivaces por el gusto de estar entre nosotros, compartiendo una mañana de ejercicio, de aprendizaje, de recordarnos en silencio que siempre hay que seguir adelante.

En un momento de descanso, Luisa Lane me llamó aparte para conversar. La noté triste, asustada. Ha tenido problemas de salud y pese a que estaba controlada con medicamentos, hay signos que le hacen sospechar que su enfermedad es más fuerte y que podría necesitar una solución más delicada. Sin embargo, no tiene la certeza de nada y los resultados se los entregarán en un mes.

No supe qué decirle, qué palabras de consuelo (no hay palabras que consuelen tanto como un abrazo) Le pedí que redordara que nos tiene a nosotros -sus amigos- para apoyarse y que no tiene por qué pasar el trance sola. No mires lo que podría ocurrir en un mes sino lo que hay día a día (la espera puede ser una lenta y larga agonía cuando la imaginación te muestra tus mayores temores). Calma. Un paso a la vez.
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Hoy la vida, el universo, la divinidad o como se le quiera llamar, me ha dado una enseñanza para recordar y reflexionar: Vivir el momento. Carpe Diem...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Carpe diem!... que no se te olvide nunca.
Y si te olvidas de esa, no te olvides de esta otra:
"Memento mori" (Recuerda que morirás)

Saludos

Mariposa de humo dijo...

Mi mayor certeza (si no es que la única) es que algún día la muerte pisará mi huerto y emprenderé otro vuelo.

Pero como nó se cuándo, ni cómo, ni dónde ocurrirá esa aventura, trato de disfrutar lo que estoy vivendo el día de hoy, aunque... la muerte no sólo es el dejar de vivir. A veces se mueren nuestros sueños, ilusiones, nuestra salud, relaciones ya sean de amor, amistad o trabajo, etcétera.

Pero ¿es la muerte un punto final sin vuelta de hoja o sólo se trata de una transformación? Una metamorfosis que puede llegar a ser difícil de aceptar: dejar de ser una oruga para ser crisálida; dejar de ser crisálida para ser mariposa, y después... no lo sé.

Mmmmhh. Creo que retomaré estas reflexiones para algún próximo post.

Gracias Vicos por sembrar una flor en mi. Un abrazo etéreo.

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