No tengo palabras, emociones, sueños, proyectos, anecdotas...
¿En qué momento se me fueron borrando todas esas cosas que me iluminaban el alma?
Poco a poco fui dejando mis hobbies, mis actividades. Ya no hago Tai chi, no tomo fotografías, ya no bailo... Solamente me queda el ciclismo, y a veces, no tengo ganas de pedalear.
Me voy quedando sin palabras, pero no me asusta; casi lo siento normal. El alma se adormece, la vida se ve entre brumas.
Creo que son los tiempos de reflexión para otear en cielo y ver cómo y hacia dónde sopla el viento. Desplegar mis alas, volar...
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