miércoles, 9 de junio de 2010

Olvidos

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Olvidé mis lentes en casa.

Justo junto a la lámpara de noche, ahí se quedaron esperando que los tomara y los guardara en su estuche dentro de mi bolso. Por más señas que me hicieron, mi atención fue acaparada por los gatos que reclamaban mis uñas en sus lomos con suaves caricias.

Tomé mi celular que estaba junto al reloj y cuando estaba alargando mi mano hacia los lentes, otro gato me maulló mientras se restregaba en mi cadera, trepado en la cama.

“¡Ya se me hizo tarde, no inventen!”, les reclamé, pero ellos no dejaban de pedir una rascada en la oreja, en el lomo o en la barbilla. Los fui sacando de la recámara y al mirar de reojo la hora tan tarde, solo me acordé de regresar por mi bolso y meter en él el celular que aún traía en la mano.

Los lentes quedaron allá, esperando que regresara por ellos. Eso no ocurrió.

Una vez en la oficina, cuando saqué el estuche vacío, me percaté de mi olvido. Un gemido de impotencia salió de entre mis labios, ante mi limitación de no poder leer la computadora sin lentes. No quería hacerlo, pero no tengo más remedio. Tendré que usar aquellos lentes viejos y varias graduaciones atrás, mismos que dejé guardados en el escritorio de la oficina por si se daba el caso de que, otra vez, olvidara los lentes en la casa.

Y aquí estoy, frente a la computadora haciendo gestos para enfocar un poco más la vista y rumiando mi olvido esperando no vuelva a ocurrir.

Mariposa de humo, 2008

Minicuento basado en un hecho real… hoy me sucedió.


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~ Non sum qualis eram - No soy la que fui ~

2 comentarios:

Gabriel Cruz dijo...

Jejejeje a qué traviesos los lentes, siempre están dispuestos a hacer travesuras de este tipo :D

Mariposa de humo dijo...

Oh, si! Ya en una ocasión se me olvidaron en casa, por eso decidí dejar los lentes viejitos en caso de que se volvieran a rebelar y quisieran un día de descanso en casa. ;)

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