viernes, 28 de mayo de 2010

Historias de taxis

No, no me refiero a esa canción del tal Arjona, dándoselas de conquistador y que al final se entera que también le adornaban la frente.

Lo mío es más bien pequeños detalles que han tenido los señores choferes y han hecho agradable el viaje.

Por ejemplo, hoy en la mañana tomé un taxi para la oficina y el amable señor venía escuchando música mexicana pero con marimba. A ver ¿cuántas veces han escuchado eso en un transporte público.?. Yo me sentía feliz disfrutando de esos hermosos sonidos arrancados a suaves y precisos golpes de madera, que me hacían recordar el hermoso Puerto de Veracruz o cuando visité la cálida ciudad de TuGuChi (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas) hace un año por trabajo.

(Escucha una canción con marimbas aquí)


En otra ocasión hace un par de meses, de regreso de la premiación de fotografía por día de muertos en el Museo de Artes Populares, también estaba escuchando el señor taxista un disco de música de los 90's pero con arreglos para Jazz (yo lo tengo y me encanta). Y de mi felicitación por tan hermosa música, todo el trayecto fué de una agradable conversación sobre el jazz.

(Una canción del disco se puede escuchar aquí)


Una anécdota más de las ricas pláticas que se pueden tener con los taxistas y no son sobre política o tráfico, fue cuando mi sobrina y yo nos fuimos en septiembre a la comida para festejar el cumpleaños de mi hermano.

El restaurante (Las arracheras de Maussán) estaba en Cuajimalpa, arriba de Santa Fe y no conocíamos muy bien la zona, por lo que abordamos un taxi para que nos llevara. Y el chofer, al principio muy serio, cuando le hice unas preguntas de la zona para destensar un poco el ambiente, tomó confianza y nos comenzó a platicar cómo era ese lugar hacía un par de décadas, las costumbres que tenían los dos pueblos de esa zona de Cuajimalpa y muchas anécdotas más (interesantes por cierto).


A veces en las locuras que desata el tráfico de este amado y también odiado Distrito Federal, olvidamos lo agradable que puede ser el conversar con un desconocido, y el compartir esa hermosa música que nos pude relajar el día, muy diferente a los gritos de las bandas, los punchis-punchis u otras canciones que más nos tensan el ánimo en vez de darnos un poco de calma y paz.


Yo, como buen viernes, tengo mi ritual al llegar a casa: Me pongo ropa cómoda, pongo un disco de Glen Miller y me como unas cuantas aceitunas lentamente, degustando el relajado momento de la noche.

(Aquí una canción de Glen para comenzar a disfrutar)


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~ Non sum qualis eram - No soy la que fui ~

2 comentarios:

Gabriel Cruz dijo...

Es cierto, la prisa de los días y el correr del trabajo nos hace olvidar a la persona que hay detrás de un taxista, que si bien hay cada pijo, también hay grandes señores con muchas grandes anécdotas y una filosofía interesante, platicar con ellos es algo que hago mucho cuando salgo de viaje (en mi ciudad nunca los uso :P)...

Mariposa de humo dijo...

jejeje Espero que me platiques algún día las anécdotas que a ti te han contado los choferes.... O las anécdotas que te han ocurrido con elloos. ;)

Saludos y abrazos!

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