viernes, 11 de enero de 2008

Tercero

El tiempo vuela y cuando tomas conciencia de ello, ¡zaz!, otro año más ha pasado.

Son pequeñas las cosas que te hacen conciente de ello, pequeños cambios que de momento son imperceptibles hasta que los reúnes en un todo y se observa la diferencia. Otras veces los cambios son radicales y avasalladores, que todo lo revuelven, lo limpian y lo reacomodan, como una marejada de renovación.

A veces estamos preparados para los cambios, incluso podemos estar deseosos. Pero también hay los momentos en que esos cambios nos son abrumadores y dolorosos, cambios que no deseamos pero que ocurren sin que podamos hacer nada y al dolor se le une la sensación de impotencia.

Pero todos los cambios traen enseñanzas, nos hacen más fuertes, nos permiten avanzar.

Ayer recordé que en una semana este blog cumplirá tres años de que lo inicié. Evaluando en retrospectiva mi vida y lo que he escrito en este tiempo, sé que -a mi modo particular y extraño- amé y seguiré amando, que estaré presente en la vida de personas y de igual modo saldré de sus vidas cuando sea tiempo, que me han dejado honda huella en mi alma al igual que yo he dejado mi huella en los demás. Percibí con más fuerza los cambios que han ocurrido en mí, así como mis avances y mis retrocesos en este camino.

Ya van a ser tres años de mi blog, y después, los 41 años de mi vida...

¡Caray! Soy una eterna metamorfosis.

1 comentario:

La Blu dijo...

sí, a veces hay cambios que uno no espera, pero que de alguna secreta manera nos ayudan a salir del cascarón, para ser mejor.

En efecto, eres una eterna metamorfosis, como dice García Márquez: "Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez."

Besos.

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