lunes, 13 de noviembre de 2006

Benvenuto Gennaro!

El sábado estaba programada una reunión tropera para darle la bienvenida al italiano Gennaro, quien llegó a estas tierras aztecas hacía pocos días.

Yo no tenía planeado ir pues sería en otro extremo de la ciudad, y en la noche recibí una llamada avisando que la reunión cambiaría de sede, que sería al sur del DF en casa de nuestra Uruguasha Gize (mas o menos por mis rumbos, ¡yei!).

No lo pensé dos veces y me lancé a la reunión en mitad de la lluvia torrencial que azotaba desde la tarde, haciendo que la noche fuera extremadamente fría y húmeda.

Llegué a tiempo, pero me perdí al no encontrar la casa... caminé entre los charcos que parecían lagunas tratando de recordar la fachada, porque la numeración de las casas tenían su propia lógica, así que mando un mensajito para pedir auxilio.

En mitad de la confusión, una llamada. Mi tío avisando que operarían a mi tía esa noche. Inquietud. Desconcierto. Ojalá todo salga bien.

Finalmente escucho un grito: "Mariposa! es acá!". Era muy cerca, pero no lo reconocí por tratar de bordear un océano llamado charco.

Empapada hasta las rodillas, saludo a los que llegaron temprano y bajo para avisarles por teléfono a mis hermanos sobre la tía. Nuevamente dentro, tomo una cerveza por ser lo único de alcohol que ahora bebo. Pláticas, bromas... ¡Llegaron por fín!.


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Originally uploaded by Mariposa de humo.
La Gota de Rocío llegó multiplicada (muchas gotas la empaparon), Víctor y ... ¡Taráaan! el esperadísimo muchacho italiano ojiazul!

Saludos, abrazos, risas, cantos... y el bombón italiano con los ojos abiertos y enormes como platos, sorprendido de ver nuestras locuras, tomando fotos a diestra y siniestra quizá para después chantajearnos.

Más risas, más bromas y un trinche frío del caramba...

No podía faltar. Ya es casi una tradición personal: Cuando estoy en una reunión tropera, reparto masajes. En eso llama mi tío: Todo salió bien. Ya tranquila, también puedo disfrutar de el dar masajes.

Y por supuesto, había que darle un masaje al invitado de honor.

Creo que se lo dí tan bien y lo disfrutó tanto... que por eso se quedó dormido por un muy buen rato. Noooo... probablemente estaba muy cansado.

Más risas, más bromas, más de nuestras travesuras de niños... Llegó la madrugada y la hora de retirarnos. Me llevaron a casita, enteleridos todos por el frío. Más despedidas... hasta la próxima vez.

Hasta la próxima, tropa! Hasta la próxima, muchacho italiano!

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