Así, caminando lentamente absorta en los sonidos de las gotas frías cayendo al suelo y en los reflejos luminosos de los charcos, me dí cuenta que este tiempo de lluvias no me ha puesto melancólica como en otras ocasiones... como hace un año.
Mi paso se hizo más lento ante ese descubrimiento. ¿Cuándo fué que dejé de permitirle al gris de las nubes que se mimetizara en mi corazón?. Trato de recordar si hubo un momento mágico del cambio... pero solo percibo que los cambios han sido graduales, a veces casi imperceptibles. Solo sé que hoy no me entristecen los cielos grises y lluviosos.
Miro el cielo cargado de obscuras nubes y no siento la apesadumbrada nostalgia por sentirle a mi lado como otras veces, como hace poco, como hace eternidades... Si. Aún hay días que extraño el calor de su cuerpo y el roce de su mano, pero estos días de lluvia han dejado de mezclarse con lágrimas.
Han dejado de ser días de húmedos pretextos para susurrar su nombre entre mis sábanas.
2 comentarios:
excelente final: Han dejado de ser días de húmedos pretextos para susurrar su nombre entre mis sábanas.
Poeta voladora, besitos.
Gracias Bluesita.
Besitos también para ti.
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