Así que convido con ustedes estos abrazos de Eduardo Galeano (Eduardo Galeano. “El Libro de los Abrazos”. – México : Siglo Veintiuno editores, 1991).
Feliz viernes!
EL MUNDO.
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que no se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
LA FUNCION DEL ARTE/1
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbre de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
--¡Ayúdame a mirar!.
EL TIEMPO
La otra noche, me cuenta Alejandra Adoum, la madre de Alina se estaba preparando para salir. Alina, la miraba mientras la madre, sentada ante el espejo, se pintaba los labios, se dibujaba las cejas y se empolvaba la cara. Después la madre se probó un vestido, y otro, y se puso un collar de coral negro, y una peineta en el pelo, y toda ella irradiaba una luz limpia y perfumada. Alina no le quitaba los ojos de encima.
-- Cómo me gustaría tener tu edad – dijo Alina.
-- En cambio, yo… - sonrió la madre – yo daría cualquier cosa por tener cuatro años, como tú.
Aquella noche, al regreso, la madre la encontró despierta. Alina se abrazó fuerte a sus piernas.
-- Me das mucha pena, mamá –dijo, sollozando.
LA NOCHE/1
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
LA NOCHE/2
Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.
LA NOCHE/3
Yo me duermo a la orilla de una mujer; yo me duermo a la orilla de un abismo.
LA PEQUEÑA MUERTE
No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo; en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. “Pequeña muerte”, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. “Pequeña muerte”, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
LLORAR
Fue en la selva, en la amazona ecuatoriana. Los indios shuar estaban llorando a una abuela moribunda. Lloraban sentados, a la orilla de su agonía. Un testigo, venido de otros mundos, preguntó:
-- ¿Por qué lloran delante de ella, si todavía está viva?
Y contestaron los que lloraban:
-- Para que sepa que la queremos mucho.
LAS HUELLAS DIGITALES
Yo nací y crecí bajo las estrellas de la Cruz del Sur. Vaya donde vaya, ellas me persiguen. Bajo la cruz del sur, cruz de fulgores, yo voy viviendo las estaciones de mi suerte.
No tengo ningún dios. Si lo tuviera, le pediría que no me deje llegar la muerte: no todavía. Mucho me falta de andar. Hay lunas a las que todavía no ladré y soles en los que todavía no me incendié. Todavía no me sumergí en todos los mares de este mundo, que dicen que son siete, ni en todos los ríos del Paraíso, que dicen que son cuatro.
En Montevideo, hay un niño que explica:
-- Yo no quiero morirme nunca, porque quiero jugar siempre.
2 comentarios:
Te mando una gran caja azul... llena de abrazos!! para que los ocupes cuando sean necesarios!!!
Que todo mejore...
Muchas gracias Cielo azul!
Parece que todo va mejorando; en estos momentos se soltó un aguacero fuerte, de esos que limpian todo y congestionan el tráfico.
Te mando un abrazo gigante como tu color.
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