martes, 29 de noviembre de 2005

Cosas de la vida

Hace un rato estaba leyendo el blog Conversaciones ajenas y uno de los post (en una sala de urgencias) me recordó muchísimo algo que viví hace varios años atrás.

Andaba yo en calcetines y me pegué en el dedo meñique del pié izquierdo con la pata de la cama. El golpe me dolió mucho en sí, pero cuando me tiraré sobre la cama para gritar mi vocabulario más florido, escuché y sentí un "crack" desde mi dedito... Cuando el dolor me permitió observar qué me había pasado, me quité el calcetín y miré mi dedo como pidiendo aventón (en un angulo de 45 grados hacia afuera).

Mujer grande, fui apoyándome en el talón de ese pié hasta donde estaba mi mamá para decirle "mamá... me pegué". El apapcho fué rico, y la untada de vick vaporub en el dedo me hizo pensar más en mi mamá.

Como era un sábado, nos fuimos a urgencias del hopital "López Mateos" a esperar... y esperar... y esperar... y esperar. 6 horas después me pudieron atender. Claro que en la espera pude ver personas realmente graves y dentro de urgencias pues mucho más graves, así que cuando me senté frente a la doctora para decirle lo que tenía me sentía de lo más ridícula.

- Si, dígame ¿qué le ocurre?
- Buenas tardes doctora. Mire... creo que me fracturé el dedo meñique.
- ¿perdón?
- Si, verá. Me pegué con la pata de la cama y creo que me fracturé el dedo meñique del pié.

Entonces levantó la mirada para observarme con seriedad, y leía en sus ojos que no me creía nadita de nada. Miró mi dedo (hinchado al doble de su tamaño en ese momento) y me volvió a mirar. Yo estaba tranquila, sin dolor, por lo que me sentía aún más ridícula.

- Solo lo tiene hinchado, no fracturado.
- No doctora. Si se me fracturó porque el dedo me quedó así (y con las dos manos le mostraba cómo había estado del dedo en la mañana).

Me miró con mayor seriedad, casi a punto de pedirme que no le quitara el tiempo, y con desgano me mandó al sótano a que me tomaran unas radiografías (otro poco y me mandaba más lejos).

Como no debía caminar, tuvimos que pedir una silla de ruedas y mi mamá me acompañó al sótano. Ella me empujaba en la silla y me estrellaba contra todo lo que había frente a nosotros, cosa que me daba risa pues me sentía de comedia.

Otra espera, toma de placas y vámonos para arriba a que viera la doctora las radiografías.

- Doctora, aquí están las radiografías
- Mmmhhhmmmomento...

Escribe la doctora, noto que no quiere alzar la cabeza ni mirarme, extiende la mano para que le dé las radiografías y las mira. De pronto se sienta con los ojos más grandes y me mira con la boca abierta. Vuelve a mirar las radiografías.

- Pero... ¡es que tiene el dedo fracturado!
- ¡Pues eso le estoy diciendo doctora!

Su mirada nota ya cierta pena por no haberme creído. Toma nota en mi expediente y me manda a curaciones.

Como puedo, voy y me siento en una cama de auscultación. Todos los enfermos que ahí están se encuentran recostados con sueros, sus caras pálidas denotando el dolor y yo sintiendo que le estaba quitando lugar a alguien que realmente lo necesitaba.

Otro rato de espera. Llega la jefa encargada, mira mi expediente, mira las radiografías y me comenta con voz sorpendida

- ¡¿Dedo fracturado?! Cuando a mi me pasó, yo me encontraba en un grito por el dolor, y usted está muy tranquila.
- Yyyy... pues si. No siento dolor (cara enrojecida de vergüenza)
- Eso si es sorprendente... A ver fulanito (llama a un practicante) tu le vas a enderezar el dedo y si lo acomodas bien, invitas las quesadillas.

Se acerca el interfecto, mira mi dedo, me mira a mi y sonríe nervioso. Yo le observo con curiosidad, como si eso no me estuviera pasando a mi. Se pone los guantes, toma mi dedo hinchado y me intenta dar un jalón.

Doy un grito ahogado de dolor y casi me trepo a los sueros de la señora que estaba a mi lado. Fulanito sonríe más nervioso, yo me muerdo los nudillos y él comenta

- Ah ¿le pusieron algo en el dedo?
- Si (con voz trémula y respiración entrecortada) Mi mamá me puso vick vaporub (uno... respira... dos... respira... tres... respira... cuatro...).
- Ah voy a tener que hacerlo de nuevo. Pero tranquila, que no duele.
- ¡¿Que no duele?! vamos cambiando de lugar para ver si es cierto que no duele (mentada... respira... mentada... respira... mentada... respira...)

Fulanito tomó entonces una gasa y me sujetó con más firmeza el dedo. Cerré los ojos para no mirar el momento en que jalaría nuevamente mi dedo para acomodar el hueso. Apreté los dientes, apreté las manos y apreté mis... ilusiones de que no doliera, pero si me dolió.

Ya con el dedo reacomodado, fuí a que me tomaran nuevamente radiografías para constatar que todo salió bien. Y si. Fulanito ese día pagó las quesadillas.

Ocho horas después de estar en el hospital, salí con una escayola hasta la rodilla y con el dedito acomodado. Me comentaba la doctora que si no lo hacía así, al soldarse el dedo en forma incorrecta me obligaría a caminar chueca, haciendo que tuvera una mala posición de la columna y tiempo después me afectaría todo el cuerpo.

Todo por un triste dedito. Y eso ocurrió en el 97-98...


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1 comentario:

Anónimo dijo...

esos golpes del dedo shikito son la muerte . . . sabe ? es lindo ir descubriendo a la gent epor medio de las anecdotas de su infancia :D

la quiero tia

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