viernes, 15 de julio de 2005

El Tao

Algunos pasajes del Tao Te King de Lao Tse.


2
Cuando todo el mundo reconoce lo bello como bello, aparece la fealdad.
Cuando todo el mundo reconoce lo bueno como bueno, aparece lo malo.
Ciertamente, lo oculto y lo manifiesto se generan el uno al otro.
Dificultad y facilidad se complementan entre si.
Lo largo y lo corto manifiestan a su contrario.
Alto y bajo establecen la medida mutua.
la voz y el sonido entre sí armonizan.
El tiempo atrás y el delante se suceden mutuamente.
Por ello, el Sabio maneja sus asuntos sin actuar, y difunde sus enseñanzas sin hablar.
No niega nada a las innumerables cosas.
Las construye sin atribuirse nada.
Hace su trabajo sin acumular nada por él.
Cumple su tarea sin vanagloriarse de ella y, precisamente por no vanagloriarse, nadie se la puede quitar.

9
Para mantenerse en la plenitud, ¡cuanto mejor detenerse a tiempo!
Si continúas afilando y usando la espada, no durará mucho tiempo su filo.
Si llenas tu casa de oro y jade, no podrás protegerla continuamente.
Si acumulas riqueza y honores, solo cosecharás calamidades.
Esta es la ley del Cielo:
¡Retírate una vez realizada tu labor!

11
Treinta radios convergen en un solo centro.
Del vacío del centro depende el uso del carro.
Hacemos una vasija de un trozo de arcilla; es el espacio vacío en su interior el que le da su utilidad.
Construimos puertas y ventanas para una habitación; pero son estos espacios vacíos los que la hacen habitable.
Así, mientras que lo tangible tiene ventajas, es lo intangible de donde proviene lo útil.

21
En la naturaleza de la Gran Virtud se halla seguir al Tao y solo al Tao.
Pero, ¿qué es el Tao?
Es Algo esquivo e impreciso.
¡Esquivo e impreciso!, pero contiene en Su interior una Forma.
¡Esquivo e impreciso!, pero contiene en Su interior una Sustancia.
¡Sombrío y oscruro!, pero contiene en Su interior una Semilla de Vitalidad.
La Semilla de Vitalidad es muy real; contiene en Su interior una Sinceridad inagotable.
A través de los tiempos, Su Nombre ha sido preservado para recordar el Origen de todas las cosas.¿Cómo conozco la naturaleza de todas las cosas en su Origen?
Por lo que está en mi interior.

31
Sofisticadas armas de guerra presagian calamidad.
Cosas y seres las odian.
Por ello, la persona que observa el Tao no pone su corazón en ellas.
En la vida diaria, un noble considera la izquierda como el lugar de honor.
En la guerra, es la derecha el lugar de honor.
Siendo las armas instrumentos de infortunio, no son los instrumentos adecuados del noble.
Solo por necesidad recurrirá a ellas, pues la paz y la calma es lo que más aprecia su corazón, y para él cada victoria no es motivo de regocijo.
Alegrarse de la victoria es ¡alegrarse de la matanza de seres humanos!
Por esto, un hombre que se alegra de la matanza de seres humanos no puede pretender prosperar en el mundo de los seres humanos.
En ocasiones festivas, se prefiere la izquierda, en ocasiones desdichadas, se prefiere la derecha.
Esto significa que la guerra se compara a un servicio funerario.
Cuando ha sido matada mucha gente, solo es justo que los puervivientes lloren por los muertos.
Por esto, incluso una victoria es un rito funerario.

33
Quien conoce a los demás es inteligente.
Quien se conoce a sí mismo tiene visión interna.
Quien conquista a los demás tiene fuerza; quien se conquista a sí mismo es realmente poderoso.
Quien sabe cuándo ha obtenido bastante es rico, y quien sigue asiduamente el sendero del Tao es alguien de propósito constante.
Quien permanece en el lugar en le que ha encontado su verdadera casa vive mucho tiempo, y quien muere, pero no perece, goza de la auténtica longevidad.

70
Mis palabras son muy fàciles de entender, pero muy difíciles de practicar:
Aunque el mundo no pueda entenderlas ni practicarlas, mism palabras tienen un Antecesor; mis obras tienen un dueño.
La gente no lo sabe.
Por ello, no me conocen.
Cuantas menos son las personas que me conocen, más nobles hace a las que me siguen.
Por ello, el Sabio lleva burdas ropas, pero guarda un jade en su pecho.

*

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanta verdad, Mariposita, gracias por recordárnoslas.

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