Mis raíces

No estaba muy segura de ir. Es que después del cansancio por lo pesado del Tai Chi y tras comer en el mercado de Coyoacán unos deliciosos tacos de carnitas de "El Charro", lo que tenía eran más ganas de regresar a la casa que de ir... y tras pensarlo un poco más me pregunté ¿y por qué no?

Así que volví a caminar por esas calles de mi niñez, reconociendo la cerrada de Malintzin que yo recordaba enooorme y ahora me parecía tan pequeña. Si, ahí estaba aún la hermosa jacaranda que a mi siempre me gustaba mirar y juntar sus flores que caían en esta época. Me detuve un momento frente al portón antes de llamar. Muchos recuerdos.

Me abrió "el güero" sorprendido de verme ahí, después de tantos años de no vernos. ¿ocho? ¿diez años?. Quizá fueron más de los que me atrevo a rememorar. Entré al patio de la casa y me sorprendió que se viera igual a como la recordara y al mismo tiempo tan diferente. El tiempo parecía detenerse por un instante para que yo recordara las veces que corrí por ese patio.

Me dijo que estaban arriba, así que subí con calma los peldaños. Ahora lo pienso, y me parece que nunca había yo subido esa escalera (me habían prohibido hacerlo, quizá para que yo no hiciera diabluras o para no caerme). En la cocina saludé a un joven que me sonrió con calidez, y a su lado estaba "la Chata", asombrada de verme.

Subimos y ahí estaba sentada: pequeña, fragil y dulce a la vez. Me miró tratando de reconocerme y finalmente exclamó "Pero ¡Si eres tú!". Más sorpresas. Creo que ante esto, podría decirse que hoy estuve "Sorprendente".

Y ahí estuve platicando por mucho rato con ella, escuchándola, tomándole la mano cuando las lágrimas le inundaban sus ojos, recordando a quienes ya no están... Re-conocí historias antiguas, rememoramos antiguos vínculos, aprendí un poco de la historia de mi apellido paterno.

Finalmente llegó la hora de retirarme. Fué grato haber estado ahí conviviendo por unas horas, reconociéndo las raíces familiares, y lo más importante, reconfortar a mi Tía Mary por la muerte del Tío Manuel.