Recuerdo entre sueños que una vez siendo muy niña, recibí una caricia de mi papá (o de mi mamá, no sé bien) y yo reclamé que sus manos estaban muy rasposas.
Mi madre (eso sí lo recuerdo) me dijo que no hiciera desprecios a unas manos encallecidas, que debía estar orgullosa por esos callos que son signo de manos trabajadoras... que son las manos más bellas que puede haber.
Crecí mirando las manos de mi padre y de mi madre, personas que a pesar de tener poco dinero, eran ricos en crear, en hacer, en reparar, en prodigar.
Mis manos no ostentan esos signos orgullosos con los que crecí mirando en quienes lucharon tenazmente para darnos una vida sencilla pero digna a mis hermanos y a mi. Mis manos son "modernas", académicas, quizás algo suaves, pero también son creadoras...
Ahora miro las manos ajenas, suaves o callosas, tratando de adivinar la magia que tienen, para saber qué son capaces de crear.
~ Non sum qualis eram - No soy la que fui ~
1 comentario:
Hermosos recuerdos, hermosas apreciaciones
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